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marzo17

M.I.F. INDIVIDUO, PERSONA, DERECHOS Y DEBERES.

M.I.F. INDIVIDUO, PERSONA, DERECHOS Y DEBERES.

INDIVIDUO, PERSONA, DERECHOS Y DEBERES.

La Falange ha construido siempre la arquitectura política de una sociedad en torno a un elemento base: El hombre. Concebido éste como ser que porta en si mismo unos valores espirituales, eternos y trascendentes, que fundamentan su libertad, dignidad e integridad, y que alcanza su proyección en el contexto que le rodea: la sociedad. Es de esta forma como el hombre, hasta entonces mero individuo, alcanza la categoría de persona, en la que se conjugan los aspectos individual y social del ser humano

Precisamente dde ahí podemos afirmar que el binomio (persona-sociedad) debe ser contemplado de manera unitaria (al igual que el curpo y el alma). No existe pues, persona sin sociedad, ni sociedad sin persona.

De esta visión ideológica de la persona y la sociedad, a diferencia de otras filosofías, que no sólo tienden a separar, sino a enfrentar dichos conceptos, surge nuestra concepción peculiar del fenómeno de los derechos y de los deberes que en el seno de la sociedad se dan unidos, al mismo tiempo que es necesaria la existencia de aquella para que estos existan. De otra forma, no habría contra quién oponer unos, ni "quien pueda obligar" a la realización de los otros.

Ahora bien, si ello en un principio es cierto, cabe el peligro de incurrir en una grave aberración, la de considerar que tan sólo existen los derechos que se dan en sociedades liberales, o por el contrario considerar el que tan sólo existan los deberes, posturas adoptada en tendencias socialistas, para ocultar los verdaderos valores de la dignidad del hombre. Frente a estas posturas cabe considerar que en nuestra concepción del hombre, existen unos valores de tipo espiritual, que están antes, por encima de lo que la sociedad diga, independientemente de que ésta los declare o no como merecedores de una cierta protección jurídica.

Nosotros optamos por el hombre (en su aspecto social e individual) con categoría de persona y con una proyección tridimensional, fruto de esos valores eternos que son : libertad, dignidad e integridad. Sólo se puede alcanzar la estabilidad duradera, dentro del triángulo trazado, tomando como vértices esos tres valores. Sobreponer uno sobre otro conlleva al desequilibrio de forma automática.

Reafirmamos pues, nuestra triada de valores equidistantes, asumiendo con ello la carga revolucionaria y previsiblemente anticultural que, hoy en día lleva consigo semejante afirmación. La libertad, es sólo un valor de la tríada fundamental, si además van indisolublemente unidas la concepción individual y social de la misma. Sin ello se convertiría en un pálido reflejo de su contenido. Pero la libertad sola no basta, junto a ella es necesario que la dignidad, tanto social como individual, recupere su categoría perdida; y que la integridad (es decir, la concepción espiritual del hombre más allá de su estructura física) ascienda al mismo plano que las dos anteriores, para que todas ellas (libertad, integridad, dignidad) configuren el campo donde sea posible la plenitud de los hombres y de las sociedades que conformen.

 

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