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marzo17

M.I.F. MOVIMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS PREFALANGISTAS.

M.I.F. MOVIMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS PREFALANGISTAS.

MOVIMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS PREFALANGISTAS.

LAS APORTACIONES DEL LIBERALISMO.

EL LIBERALISMO POLÍTICO.

Frente a las concepciones absolutistas del Despotismo Ilustrado, van tomando cuerpo a fines del siglo XVIII las tendencias liberadoras del hombre y de la sociedad que constituirá en sus sucesivas aportaciones la corriente ideológica y filosófica del liberalismo.

En su interpretación del hombre, el Liberalismo empieza reconociendo la libertad indiscutible del individuo y la igualdad de todos ellos ante la Ley. Estas constituyen algunas de las conquistas originarias de la revolución liberal-burguesa, y de ellas ya nadie puede prescindir seriamente en el mundo moderno, por ser los ejes de una concepción justa de las realidades humanas.

Ahora bien, el Liberalismo, al resaltar el individualismo frente al colectivo -la sociedad- aísla al hombre de su marco natural, rompiendo la armonía posible entre individuo y sociedad, hombre y Estado, enfrentándolos en una peligrosa pugna aún no superada por los continuadores de esta ideología.

El equilibrio lo buscan en un "pacto", en un "contrato" que firman los individuos, revisable a voluntad de las mayorías; la sociedad política aparece así como un añadido al valor humano, en lugar de concebirse como una realidad vital, sin la cual resulta impensable el propio hombre. En el origen la mayorías y sus decisiones corrieron el riesgo de suplantar el Despotismo de los príncipes, aplastando la libertad individual precisamente en nombre de ella, para corregir esta contradicción surgirán las Declaraciones de Derechos que ya constituyen otra valiosa aportación liberal a la Historia, siempre que lleguen a ser una realidad y no queden en meras declaraciones formales.

Pero junto a estas aportaciones, el Liberalismo se concretó políticamente en la partitocracia; los partidos sustituyeron a los pueblos en la representación parlamentaria, dando al traste con una verdadera democracia.

Los ciudadanos quedarán marginados de cualquier decisión pública, salvo por el hecho de depositar un voto como "cheque en blanco" ante una urna. Los intereses de partido sustituyeron realmente a las posibilidades de un poder controlado por todos los que formaban parte de una sociedad política. El desprestigio de la democracia liberal nace, precisamente, de no haber sido capaz de asegurar una estable y verdadera participación en la vida de los pueblos.

Por otra parte el liberalismo, históricamente, fue el hermano político del nacionalismo de inspiración romántica, asimiló la idea de "Nación" con la idea de lo "nativo", de lo naturalmente homogéneo, se creyó así , que la raza, la lengua, el folklore, las tradiciones, etc..eran vínculos nacionales, despreciando las formaciones históricas que habían llegado a la unidad por el camino de la variedad integrada en una misión histórica. En los pueblos europeos el resultado fue diverso: unos, que permanecían divididos, utilizaron el nacionalismo como vehículo integrador (Alemania e Italia) ,otros, ya integrados y conformados lo utilizaron como vehículo disgregador y retrógrado; fue el caso de la mayoría de naciones europeas dentro de las cuales se formaron minorías insolidarias que, deslumbradas por el fantasma romántico nacionalista, pretendieron separarse del cuerpo histórico formado a lo largo de los siglos.

 

LOS FRUTOS DEL CAPITALISMO.

La revolución capitalista burguesa al liberar las extraordinarias fuerzas creadoras de la humanidad, fomentó un proceso de renovación tecnológica que ha mejorado las posibilidades humanas hasta límites inconcebibles; con ello se adivinaba un futuro en que el hombre se liberaría de la penalidad del esfuerzo físico gracias a la automatización, las nuevas fuentes energética pondrían en pie un ejército de esclavos: las maquinas. Pero el orden capitalista es una forma histórica condenada como tal a la desaparición. Basado en una concepción utilitaria y materialista del hombre, se ha convertido para muchas personas en esclavitud, lo que debió ser liberación.

El capitalismo convirtió el trabajo en mercancía, y el hombre, alquila su esfuerzo por horas en el mercado de trabajo, indiferente a sus sentimientos, valores espirituales, y a sus necesidades.

Junto a los poderes tradicionales, y por encima de ellos, emergió, incontenible, el poder económico; poder, en cuya virtud se impone la explotación por los que poseen el dominio de los recursos escasos. Apareció así la relación de explotación de los individuos, los grupos sociales y los pueblos.

Finalmente su desarrrollo ha sido simultaneo con el desencadenamiento de contradicciones, que obligan al sistema a desdecirse y a extender el ámbito de la explotación: frente a la producción social, la apropiación es individual, frente al aumento continuo de la producción, necesario para mantener la tasa de ganancias, los recursos naturales son escasos y no renovables.

Por la necesidad de defenderse del repudio obrero, y apoyado en la revolución ideológica y en la corrección de la economía de libre mercado, el capitalismo se ha transformado en neocapitalismo. Es un cambio en la forma, pero no en la sustancia. El capitalista ha sido oscurecido por la tecnoestructura, pero persisten las contradicciones internas, ampliadas y desplazadas con velocidad vertiginosa de uno a otro sector, de uno a otro continente.

Alterado el orden de valores se ha puesto al hombre al servicio de la producción, obligandole a trabajar más y más horas para poder adquirir más y más productos cuya necesidad se provoca artificialmente. Mientras tanto, masas humanas marginadas del proceso capitalista de producción carecen de los bienes más indispensables, sea en los cinturones de pobreza de las grandes metrópolis, sea en las zonas rurales o en los paises subdesarrollados, y conviven con un nuevo estrato social, originado por el alto grado de cualificación obrera necesario en las actuales empresas.

Estos últimos trabajadores se han convertido en compañeros de viaje de sus patronos en la explotación de los paises pobres y de los sectores deprimidos. Las empresas poderosas se aprovechan de los insuficientes marcos jurídicos estatales para, saltando sobre ellos, obtener sus plusvalías allá donde la resistencia es más débil.

Los resultados sociales del capitalismo están a la vista. Situaciones alternativas, cuando no simultaneas, de paro e inflación; ostentación de pocos y miseria de muchos; hacinamiento en las grandes urbes que, superadas las economías de escala, se tornan inhabitables, abandono del campo, indisiciplina social, terrorismo, guerra permanente por áreas geográficas limitadas para el dominio de los recursos. Finalmente trágico sentimiento universal de escepticismo por el señorio de la opresión, abundancia de la injusticia y exaltación de la hipocresía.

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